jueves, 12 de noviembre de 2020

Parashá Lej Leja (Vete para ti)

Bereshit/Génesis 12:1 – 17:27


En la lectura de esta Parashá, nos encontramos que el Eterno le dice a Abraham:

“Vete de tu tierra, de tus familiares y de la casa de tu padre, a la tierra que he de mostrarte” “y Yo te convertiré en una gran nación, te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y tu serás una Bendición”


Abraham fue un hombre con mucho mérito, ya que consiguió todos los logros absolutamente solo, ya que nació en una familia que practicaba la idolatría y estaban totalmente alejados de la fe en El Santo Bendito Sea. 

Abraham demostró públicamente su fe en el Santo Bendito Sea, arriesgando su vida en aras de su Nombre y enseñó a las personas a creer en El.

¿Cómo sucedió esto? 

Abraham se dio cuenta que los dioses que su padre adoraba no tenían ningún poder y por seo los destruyó. Al enterarse su padre, se encolerizó con Abraham por rebelarse contra sus dioses y lo entregó al rey Nimrod.

El temible rey, obligó a Abraham a rendir culto idolátrico, y él se negó. Entonces encendieron un horno para que Abraham bajara al fuego, todos concurrieron para ver como era Abraham arrojado a las llamas, Abraham no sufrió daño y el rey le hizo salir del fuego y las personas comenzaron a inclinarse ante él que había vencido al fuego y él les dijo: “Posternaos a mi Dios que me salvó; rendid honores a Quien os Creó. 


Abraham tuvo un pensamiento al entrar al fuego:

“Si hay un Dios que ha creado todos los elementos y yo soy el único que lo ha descubierto, a mí no me puede pasar nada, porque lo tengo que difundir”, con esta conciencia, el fuego no lo tocó.

Los elementos obedecen a la conciencia divina y el conectó con la conciencia divina, la conciencia divina dio orden a la inteligencia del fuego de no tocarle.


Por otro lado, podemos comprender que al invitar el Creador a Abraham a salir de su tierra y su familia, llena de idolatría y pensamientos limitantes, es similar a lo que debemos hacer nosotros para encontrar nuestra paz espiritual, saliendo de la negatividad, de lo tóxico, de aquéllas cosas que limitan el crecimiento de nuestra luz.


(Extraído del libro: La Torah explicada de Rab Aharón Schlezinger y palabras del maestro Albert Gozlan)

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